6 MESES DESPUÉS, TRABAJAR DESDE CASA YA NO SABE TAN BIEN.
Compartir ese café con tus compañeros
a media mañana.
La energía de la oficina.
El llegar, el irse.
El chiste malo de uno o el cabreo del otro.
Un gesto, una mirada, la expresión corporal.
Hemos perdido mucho en relaciones.
Horas y horas en casa, a veces las 24.
Ni llegas ni te vas.
-Desde casa no te enteras de la misa la mitad.-
El email es frío.
Las videollamadas impersonales.
Esa sensación de soledad ante la pantalla.
No sé vosotros.
Pero yo echo de menos la oficina.
Compartir.
Estar.
El valor de lo presencial.